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lunes, 22 de agosto de 2022

Gazapo ovíparo

«Conejito», «pequeño conejo» o «gazapo»… «Pequeño conejito» o «gazapito»… «Pequeño gazapito»… Son solo algunas formas de expresar conceptos similares que difieren en su valor de atenuación; y me han puesto en un brete: ¿cómo referirme a él?, ¿cómo explicar qué es? y, como frutilla de postre, ¿cómo titular la entrada…? Pero empecemos por el principio…

Cuenta la leyenda que faltaba poco tiempo para las Pascuas… Por doquier los escaparates de las tiendas virtuales habían conformado un universo plagado de huevos y conejitos de todos los ingredientes, tamaños y colores…

«¡Lo único que falta es que salga un conejo de un huevo!», me dije… Y así surgió la idea de hacer conejos que salgan de huevos: no engordan ni se rompen, como los de chocolate; y se los puede tener de recuerdo en algún lugarcito cálido donde contemplarlos y, por qué no, jugar con ellos y colmarlos de mimitos.

¡Manos a la obra!

Los materiales que he utilizado son: aguja de croché Nº 3, aguja para lana, aguja para bordar, lana tipo bebé, hilo de bordar, dos huevos vacíos (porfis, leer el apartado siguiente), dos films separadores de alimentos, cola de carpintero, dedo (sí: dedo… o pincel), perlita de fantasía, escarbadiente, tijera (o trincheta o cualquier adminículo que corte), dos ganchos para marcar puntos (fundamental), glitter, papel cuadriculado, lápiz y goma de borrar.

Importante: es conveniente hacer una muestra de tejido de 10 cm $\times$ 10 cm para tener idea de cuántos puntos entran en ancho y en alto (para este caso se obtuvieron 21 puntos de ancho y 22 de alto; entonces cada punto medirá, aproximadamente, 0.47 cm de ancho x 0.45 cm de alto).

Nota. Tanto los primeros pasos en croché así como también las tablas para hacer esferas pueden consultarse en la entrada: «Croché, esferas y matemáticas». Vale aclarar también que todo el tejido se desarrolla al derecho y al revés; no en espiral.

El huevo, parte 1

Dado que requiere tiempo de secado, comenzamos por tejer el huevo.

Para ello necesitaremos vaciar dos huevos, de dimensiones similares. Cada uno de ellos servirá para oficiar de molde de medio huevo. Es fácil: bastará con asestar pequeños golpecitos en uno de los extremos de cada huevo con, por ejemplo, la punta de un cuchillo. Luego, vaciar el contenido (que podrá utilizarse para cualquier menester), enjuagarlos y dejarlos secar.

Mientras tanto, con otro huevo (que luego volverá a su «cubil»), dibujaremos su contorno y marcaremos los ejes vertical y horizontal (imagen 1). En el ejemplo, se han hecho marcas cada 0.45 cm en el contorno del huevo, dado que ese es el alto de cada fila. Después mediremos el diámetro de cada fila y confeccionaremos una tabla donde colocaremos, por cada vuelta: número, diámetro, longitud (el diámetro multiplicado por $\pi$) y cantidad de puntos (la longitud dividida por el ancho de cada punto; según muestra de tejido: 0.47 cm en este caso).

(Si no queremos tomarnos el trabajo de medir huevos y sacar cálculos, podemos arrancar desde aquí… El resultado dependerá de qué tipo de lana y aguja se use. Pero será proporcional al modelo que aquí se confecciona. De ser necesario, habrá que hacer un molde «a medida»; quizás con papel maché, telgopor o porcelana fría).

Tal como se aprecia en las dos primeras imágenes, los puntos han sido «redondeados» para poder hacer los aumentos distribuidos en cada fila; dichos aumentos se muestran en detalle en la imagen 2, donde: el signo $+$ indica los aumentos; el amarillo resalta los puntos a tejer; el signo $\times$ seguido de un número indica la cantidad de repeticiones de lo precedente; la barra separa las partes de la fila para no generar confusión… De este modo, si leemos, por ejemplo, la fila 3, realizamos en ella: un punto y un aumento, dos veces; dos puntos; un punto y un aumento, dos veces; con un total de 14 puntos (por «aumento» entendemos dos puntos tejidos sobre uno de la fila anterior). Tejemos, pues, dos medios huevos según dicho esquema (empezando cada uno con un anillo mágico).

En la imagen 3 tenemos los dos medios huevos «reales», ya secos, y los dos que hemos tejido… con un «agregado»: dos vueltas más en cada uno, para que encastren entre sí. A una de esas medias partes se le aumentarán 4 puntos (dos vueltas de 32: 6 puntos y un aumento, 4 veces [en la primera vuelta]); a la otra, se le disminuirán 4 puntos (dos vueltas de 24 puntos: 5 puntos y una disminución [por «disminución» entendemos un punto tejido sobre dos de la fila anterior], 4 veces [en la primera vuelta]). También hay una «corbatita»: está detallada en la imagen 5.

Y ahora viene el enchastre… Primero colocamos un film separador de alimentos sobre cada medio huevo «real». «Reservamos». Abrimos la cola de carpintero y (¡SIN DILUIR!) embebemos por completo el interior de los medios huevos tejidos, lo más parejo posible (el uso de un pincel puede dañar la lana; mejor el dedo). Colocamos cada medio huevo en su «molde», con el film separador de alimentos de por medio. Procedemos entonces a embeber la parte externa de los medios huevos (imagen 4). «Reservamos» en algún lugar, apartado de mascotas inquietas (en especial, de los «michis»: llegan a donde nadie ha llegado jamás; son capitanes de la Flota Estelar por portación de charreteras obtenidas al nacer), por un par de días, hasta que la cola externa de los medios huevos transparente y no sea pegajosa al tacto. Una vez puestos a resguardo los medios huevos, nos lavamos las manos y cerramos la cola de carpintero (en ese orden).

El gazapito

A la espera de que se sequen los medios huevos, procedemos a tejer al pequeñuelo. La única precaución que hay que tener aquí es que el alto de la cabeza y el cuerpo no supere las tres cuartas partes del alto del huevo (en el ejemplo: el huevo mediría unos 6 cm de alto; la cabeza y el cuerpo, unos 4,5 cm).

En la imagen 5 se muestra el detalle para hacer: la cabeza y el cuerpo (una sola pieza de dos esferas de 8 y 6 vueltas, respectivamente; a su vez, es la única pieza que necesita relleno), las dos orejas, las dos patas, las dos manos y la cola; siempre empezando cada parte con un anillo mágico. También está detallada la corbatita, única pieza que se teje «plana».

La interpretación de la nomenclatura es la misma que para el huevo, solo que (al ser pocas vueltas) se han puesto los puntos de cada vuelta uno a continuación del otro, resaltados en amarillo. Por ejemplo, para hacer una oreja, partimos de un anillo mágico de 6 puntos; segunda vuelta de 8 puntos (distribuidos en: 1 punto; un aumento; 2 puntos; un aumento; 1 punto); tercera vuelta de 8 puntos; cuarta vuelta de 8 puntos; quinta vuelta de 6 puntos (distribuidos en: 1 punto; una disminución [indicada por el signo $-$]; 2 puntos; una disminución; 1 punto); sexta vuelta de 6 puntos; séptima vuelta de 4 puntos (distribuidos en: una disminución; 1 punto; una disminución; 1 punto); octava vuelta de 4 puntos.

Precaución: tanto a las extremidades como a la cola, luego de terminar cada pieza, hay que dejarles unos 15 cm de lana para poder coserlas al cuerpo y a la cabeza. En la imagen 6 se aprecian todas las piezas, ya dispuestas para su costura. También, la corbatita con su correspondiente nudo (aquí se podrán encontrar varios tipos [tratemos de flipar lo menos posible]). Para finalizar, cosemos las orejas, las manos y las patas. Luego, sentamos al conejo y posicionamos la cola de modo tal que sirva de apoyo y sostenga al conejo sentado. Cosemos y terminamos… por ahora. (Todo hilo sobrante va metido adentro del conejo; cortar lo imprescindible).

El huevo, parte 2

Una vez secados los medios huevos, procedemos a quitar los «moldes» (directamente, romperlos, según se aprecia en la imagen 7). Hacemos también las adaptaciones pertinentes (contraemos o dilatamos los bordes del tejido) para que una parte encastre en la otra, aprovechando que el interior todavía está algo húmedo.

En la imagen 8 se les ha aplicado glitter: azul en el tejido azul y plateado en el borde blanco que va por fuera. Dejamos secar (sí: otro día más).

Ahora, para que se mantenga cerrado, realizamos tres perforaciones (en realidad son seis, ya que atraviesan ambos bordes blancos) con la aguja para lana: una en el frente y dos atrás, equidistantes de una recta imaginaria que une la perforación del frente con el centro de la circunferencia. A las de atrás las unimos con lana, simulando bisagras; a la de adelante, en el borde exterior, le ponemos una perlita de fantasía atravesada por un palillo (sin necesidad de pegamento alguno: encastra perfecto), el cual se saca parcialmente a la hora de abrir o cerrar el huevo. Cortar cuando haga tope. Por último, aplicamos glitter plateado en las «bisagras» y en los bordes, sobre las cadenas de la última vuelta en ambas medias partes. Dejar secar (¡perdón!: solo son un par de horitas). Ver detalles en la imagen 9 (vista exterior) y en la imagen 10 (vista interior).

El gazapito EN el huevo

Y aquí se ve el resultado final… En la imagen 11, el huevo cerrado; en la imagen 12, el huevo semiabierto (asoma el gazapito); en la imagen 13, el huevo abierto, con el gazapito a la vista.

Faltó aclarar algunos «agregados» que se le hicieron al gazapito, aparte de la corbata… Por empezar, se le bordaron los ojitos, las cejas y la naricita. Como detalle principal, se le ha colocado (cosido) un chupete-zanahoria: un par de vueltas en naranja (6 y 12 puntos, respectivamente) para el protector y 12 cadenas en verde para la anilla. Ver detalles en la imagen 14 (vista frontal) y en la imagen 15 (vista trasera).

Seguramente existen más opciones: chalequitos, ponchos, gorros (lindo reto: hay que dejarle espacio para las orejas)… Todo lo que se le pueda poner a un bebé vale.

Algunos accesorios

Y luego de haberlo terminado, surgió la pregunta: «¿Dónde lo pongo para poder apreciarlo?»…

«¡Lo cuelgo!», me respondí. Entonces se me ocurrió hacerle una hamaca: dos «cestas» unidas entre sí que se sostienen con cadenas a uno de los clavos (ya sé: tengo que cambiarlos por algo más chulo) de la repisa de mi escritorio.

Pero faltaba algo para que el gazapito no se hundiera en el huevo cuando este estuviese abierto. Entonces le hice un par de huevos poché: 4 círculos de 5 vueltas cada uno (dos amarillas, de 6 y 12 puntos por vuelta; tres blancas, de 18, 24 y 30 puntos por vuelta), cosidos dos a dos, sin relleno, a modo de almohadilla.

Así, en la imagen 16 se aprecia la «hamaca» y, debajo, los dos huevos poché. En la imagen 17 está el conejito sentado sobre uno de los huevos poché y el otro está en la «cesta» de atrás. Finalmente, cuando el huevo azul (la cáscara, al fin y al cabo) se cierra, los dos huevos poché van a parar a la «cesta» de atrás (imagen 18).

Ha pasado el tiempo y ahora ya ni tengo que preocuparme en hamacar al gazapito… De ello se encarga uno de los capitanes de la Flota Estelar cuando se va a dormir a su «cucha»: una caja que está debajo de la repisa de mi escritorio, estando el gazapito en su camino (a pesar de haberle acortado la sujeción, con lo cual quedó más elevado). También es hamacado cuando dicho capitán se acicala o se retira del lugar. Es más: muchas veces lo encuentro al gazapito tendido, apoyando su cabecita en el huevo poché de atrás…

Y, como remate, aquí está la prueba del delito: el capitán James Tiberius Kirk tomando posesión de su «silla de mando»…

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